Ignacio Benítez Andrade es una institución en el bingo andaluz y español. Ostenta por derecho el título de embajador de Sevilla en el mundo del juego. Si cualquier ciudadano desea quedar preso del embrujo de Sevilla, de la magia de sus calles y el perfume de su aíre debe de recurrir al excelente oficio de Ignacio como cicerone único que le hará vivir y sentir los inigualables encantos de una urbe que atrapa por infinitas razones. Una Sevilla que te envuelve en el manto de la alegría, que despide aromas de primavera en flor y que esté permanentemente radiante de luz y poesía. Una Sevilla que Ignacio conoce como la palma de su mano y que te ayuda a descubrir todos sus secretos, que son muchos, y que al admirarlos y disfrutarlos abren las puertas del corazón y despiertan los sentidos.
Benítez es un apellido de raigambre en el bingo. Está en el sector desde su despuntar y asociativamente lo ha sido todo. Ha estado en la primera línea de fuego y desde hace algún tiempo eligió por decisión propia quedarse en un segundo plano. El relevo lo ha ido asumiendo Nacho Benítez Olivero, que pronto aprendió las lecciones recibidas, fue madurando y tomando conciencia clara del sector, su problemática y aspiraciones. En ésa tarea Nacho se viene afanando y dando muestras que sabe lo que lleva entre manos.
Los Benítez, Ignacio y Nacho, son una saga de referencia en el bingo español. Un pasado que sigue y un presente que abarcan la historia entera desde que la actividad fue legalizada. Y que contribuirá de manera efectiva a ir diseñando las páginas sobre las que se escriba el futuro de las salas.
Mientras ése mañana va perfilándose en el tiempo Ignacio seguirá ostentando su condición, por méritos probados, de embajador plenipotenciario de una Sevilla que bajo su tutela nos conduce al sueño eterno de una ciudad incomparable que nos despierta el alma. Y con Nacho cogiendo el testigo de su progenitor y maestro.