Benítez es un apellido señero en el bingo andaluz y español. Lo es por su posicionamiento empresarial y también por el asociativo. En éste último ha liderado el sector desde el ámbito nacional hasta el autonómico donde continúa al pie del cañón. Ignacio padre, embajador de Sevilla allí donde esté, sigue ejerciendo su influencia, que no es poca, en el plano de las relaciones sociales. Por voluntad propia se mantiene un tanto alejado de la función gestora, tarea que desempeña, por vocación y conocimientos adquiridos, su hijo Nacho. Un directivo joven, preparado, que se ocupa y preocupa de los temas de su competencia y que en el plano asociativo viene dando muestras de su desparpajo y de enfocar los asuntos bajo la óptica de un pragmatismo bien razonado.
Los Benítez, fieles a su identificación con el bingo han desembarcado ahora en Jaén para explotar una sala que lleva el nombre de la ciudad. Creo que es una buena noticia para la capital jienense, puesto que Nacho, con la atenta supervisión de su progenitor, ha comenzado por donde se debe. Por hacer del Bingo CIUDAD DE JAEN un espacio de entretenimiento confortable, dotado de un estupendo salón de juegos en el que confluyen los productos de última generación pertenecientes a las marcas más acreditadas del mercado. El local brinda por ello los elementos precisos para garantizar una estancia amable y divertida, que es en definitiva a lo que aspira el negocio.
La apertura de la sala de Jaén indica que la savia nueva de los Benítez, personificada en Nacho, está en pleno estado de forma para acometer proyectos de envergadura e ir extendiendo su influencia sectorial por tierras andaluzas, en las que insisto que el apellido cuenta y mucho.
Por afinidad personal y generacional estoy muy ligado a Ignacio Benítez Andrade, amigo del alma del que nunca me han faltado ni su aliento ni su apoyo. He compartido con él muchos ratos de alegría y confidencias, y aunque distanciados físicamente el teléfono mantiene viva y frecuente la llama del afecto y la fidelidad que nunca se rompe. Celebro que Nacho siga la estela de un progenitor que muchos, muchos años atrás, me hizo sentir y admirar una Sevilla fascinante y única. Les auguro lo mejor para Jaén y lo que pueda venir después. Que vendrá.