Se calcula, según informaciones facilitadas por organismos del sector, que el 15% de los bares valencianos afectados por le DANA no podrá reabrir sus puertas. La economía de sus propietarios, la inmensa mayoría de carácter familiar, no están en disposición de hacer frente a las cuantiosas inversiones derivadas de la puesta al día de sus establecimientos, que en no pocos casos quedaron totalmente arrasados por el latigazo devastador de las aguas.
Alrededor de 200 bares ya no volverán a su actividad cotidiana dejando en condiciones más que precarias a sus dueños y privando del empleo a sus trabajadores los que los tengan. Una pésima noticia para la hostelería valenciana que está pagando una altísima factura como consecuencia de la riada de la que se intentará recuperar una parte mayoritaria, pero a base de incontables esfuerzos, de endeudamientos en ocasiones muy difíciles de hacerles frente y de un abandono político que está generando tanta frustración como indignación por parte de quienes han sufrido en sus carnes las consecuencias tremendas de la tragedia.
Los bares de ésos pueblos que ahora se ven impotentes para proseguir con su actividad cotidiana eran un centro social de convivencia para la población y un punto de cita cotidiana y asistencia habitual que ahora han desaparecido para siempre del paisaje urbano dejando tras de sí huellas difíciles de borrar.
Las asociaciones de hostelería, que ya se están movilizando y exigiendo la necesaria atención que merece su sector, deben de intensificar sus movimientos para que los gobiernos autonómicos y central tomen conciencia de la gravedad de la situación de éstos bares para los que abruptamente se acabó de escribir la palabra futuro y solicitan la ayuda precisa para continuar prestando sus servicios. En modo alguno se puede dejar caer en el más insolidario de los desamparos unos bares que son la alegría y el lugar de hermanamiento de muchas gentes que, con sus pérdidas, dejan de contar con un espacio destinado a la cordialidad y la pequeña expansión de cada día. Los bares que no volverán es imprescindible que retornen si las administraciones son fieles a su voluntad de salir en auxilio de quienes de verdad lo reclaman. Veremos en que queda todo. Y no perdamos la esperanza, que es lo único que nos queda.