Los que peinamos canas o se nos cayó el pelo por los muchos años de estar al pie del cañón evocamos las ferias de Londres que descubrimos tras la legalización del juego en nuestro país. Unas ferias que nos deslumbraron, y continúan haciéndolo, por ser un escaparate sugestivo y multicolor de todo lo relacionado con el universo del azar. Entonces no pasaban de dos o tres las empresas españolas que exhibían sus productos, y lo hacían con tanta dignidad como modestia frente a los colosos de la industria que apabullaban con sus stands de espectacular fantasía.
Esta estampa del ayer viene experimentando un cambio sustancial en los últimos años. Y tendrá su fiel reflejo en la próxima edición de ICE 2020. La realidad es que la presencia española en Londres ha ido ganando peso en número de expositores y calidad de la oferta. Y viene dejando constancia de los avances de nuestras empresas, de su capacidad de evolución para situarse en una primera línea competitiva y hacerse un hueco notable en los mercados internacionales.
La ofensiva desatada en España contra la industria del juego, con tanta virulencia como falta de rigor, no está impidiendo la voluntad de lucha y afán de un sector que en Londres defenderá con ahínco su fuerza empresarial. La que en España se trata de coartar.
