Logroño es siempre un pretexto apetecible para viajar. Logroño es tierra de La Rioja, cepas de uva, madre del vino y paisaje abierto a la convivencia alegre y amigable. Perderse por la calle del Laurel es sumergirse en un ámbito urbano que muestra la cara amable de la vida, la que vale la pena exprimir y disfrutar, la que hace pueblo y estrecha la convivencia ciudadana, la que incita a degustar los pequeños, o quien sabe si grandes, placeres que gratifican el paladar y ensanchan el espíritu. Logroño y su calle del Laurel son todo un tratado para fomentar la alegría de vivir.
Y en La Rioja está Cristina Bella, que es un águila con rostro que hace honor a su nombre, y que ya dije que es la más lista de la clase. Ha cogido al vuelo la idea del Foro Nacional del Bingo y se ha comprometido de manera personal e irrenunciable a que La Rioja persista en su condición inalterable de patria del vino por excelencia y además lo sea, al menos por éste año, también del bingo. Está Cristina empeñada en que el bingo rompa todas las ataduras y levante un vuelo trascendente que lleva su mensaje a todas partes. Y los indicios apuntan a que lleva camino de conseguirlo a base de tenacidad y visión política.
Cristina Bella ha hecho sonar el cornetín y a su llamada han respondido nueve reguladores. Y persistirá en repetir la diana. Es un anticipo venturoso de un Logroño acogedor como cuna del vino que invita a cantar bingo.