Establecer paralelismos, concomitancias, nexos de unión, puntos de referencia entre el juego y la basura es algo que en principio asombra, huele mal, sorprende por lo insólito y sainetesco y movería a pura chacota, a chiste, si no fuera en serio. La última ocurrencia respecto al juego la protagonizan los miembros del partido socialista de Baracaldo que proponen, de cara a 2019, aumentar la tasa de basura de los salones y casas de apuestas para frenar la apertura de nuevos locales.
La noticia parece extraída del anuario de La Codorniz, aquella talentosa revista humorística que nos hacia sonreír con su distorsión ingeniosa de la realidad política y social. Lo que sucede en el caso que nos ocupa es que a los muchachotes de Baracaldo, socialistas por mas señas, les falta cerebro y por tanto gracia, y les sobra burrez, sí de burros, a la hora de querer adelantar por la izquierda a los podemitas en su ofensiva paranoica contra el juego.
Los podemitas no cesan un día si y otro también de lanzar paridas para erosionar el juego. Este tema junto con la corona y el clero, forman parte de su triangulo del pim, pam, pum cotidiano. Y los socialistas, aparte de Franco, intentan superarlos por la izquierda con el juego mezclándolo con la basura. ¿Pero en que país estamos? En el del disparate diario amigo.