Lo del megaproyecto, proyecto o lo que sea de HARD ROCK, que lleva la tiro a de años emergiendo y sucumbiendo, que contabiliza una década de parálisis de la que todo apunta a que no saldrá, huele, y huele mucho. Es un olor nauseabundo procedente de un posicionamiento político cerril, del que únicamente se desprende la práctica de un igualitarismo fracasado históricamente, del intento de revivir un comunismo que ya está enterrado en el baúl de los recuerdos, que la única huella que ha dejado ha sido la de repartir pobreza y atraso a manos llenas.
El propio gobierno de la Generalitat encabezado por el buenista Illa daba por concluido el asunto en fechas recientes, sucumbiendo una vez más a las presiones de una izquierda radical declarada enemiga número uno de aquello que huela a progreso y despegue económico. Y ahora sale la consellera de Economía de Cataluña afirmando que HARD ROCK es un propósito que resultaría beneficioso para la comunidad desde la óptica del reforzamiento turístico, la potenciación de la economía de la zona y la creación de empleo. Con posterioridad el portavoz de VOX en el territorio se ha manifestado públicamente a favor del proyecto por lo mucho que puede aportar en las vertientes anteriormente citadas. Esto pienso que se quedará en buenas palabras y mejores intenciones porque al final de la historieta, realmente cómica pero con trasfondo dramático, se impondrán las tesis del radicalismo trasnochado encerrado en su cáscara doctrinaria que tiene de todo menos de progresista.
Los comunes, podemitas y demás tropa imbuida de una ideología ciega e inamovible ante cualquier horizonte que no case con sus casposas creencias, volverá de nuevo a torpedear con saña cualquier posibilidad de revitalizar el tema de HARD ROCK. Ellos andan metidos en otras historias: fomentar la okupación, asaltar la propiedad privada, boicotear al turismo y hacer del escenario político un espectáculo grotesco y grosero. Pena de oportunidad perdida.
