Un día sí y otro también nos desayunamos con iniciativas, es un decir, de grupos políticos de extrema izquierda, podemitas y adláteres, que plantean alguna parida sobre el juego. Y lo hacen en todos los ámbitos, desde el autonómico al municipal, con la única intención de hacer ruido. De dejarse sentir y demostrar que están en el tajo, aunque casi todo lo que sale de sus propuestas son fuegos de artificio pirotecnia verbal y un rosario de despropósitos adobados de tremendismo político. Es lo suyo, están en su papel y lo ejercitan a diario con absoluta desfachatez.
Estos tipos, tan poco dados el trabajo fetén como enganchados al titular periodístico que es de lo que viven políticamente, buscan la notoriedad cotidiana a base de escandalizar, de llamar la atención aunque sea prodigando las chorradas. Y es un error seguirles el juego, entrarles al trapo, que es en definitiva su objetivo.
Ante el ruido escandaloso hay que aplicar la receta del silencio. Ignorando las noticias que no son tales, porque responden a una cantinela ideológica más que sabida y repetida. No hay que dejarles hueco informativo ni darles cancha. Es la mejor terapia para combatir una fiebre que no se baja con aspirinas. El silencio frente a la idiotez revestida de mala baba es el antídoto más efectivo e indicado. Si se aplica, los tipos en cuestión terminarán por desesperarse.
