Confieso que me supera. Es el tema del día pero me cansa tanto como me aburre. Al asunto promovido por las administraciones, y por los rehabilitados que están al quite para pasar por taquilla y cobrar, se suman las entidades empresariales, las asociaciones de sanitarios, las de los sindicatos y de seguir por éste camino pronto llegarán las de los jubilados y los parados.
Todos quiere subir al tranvía del juego responsable, muchos no saben a ciencia cierta para qué, pero por aquello de sumarse a la moda imperante.
Algunas administraciones, por suerte todavía no todas, han hecho del juego responsable problema único y foco alrededor del cual giran sus principales iniciativas. Se subordinan otros aspectos, de índole regulatoria o tributaria, al tema estrella, al que vende, al que trasciende a la opinión pública y pone de relieve la preocupación de nuestros políticos por protegernos de los demonios del juego como lacra social que hay que ahuyentar.
Poco importa que estudios enjundiosos atestiguan que España es uno de los países de Europa con más bajo porcentaje de adicción al juego. Tal aserto hay que pasárselo por el forro. Aquí se impone hacer del juego un problema social de envergadura, que alarma, que preocupa extraordinariamente y al que es preciso combatir. Con una política responsable, que hasta ahora no ha existido o ha estado tan disimulada que no se ha visto. Toca el cornetín del juego responsable y todos a formar. Unos para decir que hacen algo, otros para pasar factura y los restantes para sumarse al coro. Lo dicho: tamaña matraca provoca tedio e invita a dormir.