Tenía 61 años y llevaba 5 peleando por el mal que le segó la vida. Afrontó la enfermedad con espíritu de lucha propio de un deportista que estuvo en la élite y asumió la cultura del esfuerzo. Jugador de baloncesto, entrenador en largas etapas y seleccionador nacional supo de los valores de la unidad, el espíritu de superación, la perseverancia y la integridad puestos al servicio de unas metas formativas y personales.
El adiós de Javier Imbroda Ortiz, consejero de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía, es un golpe muy cruel que quiebra una trayectoria humana de la que cabían esperar todavía muchos logros en lo político y más allá de ése ejercicio al que nuestro protagonista se había entregado con la voluntad puesta en forjar a la infancia y la juventud andaluzas en los bienes derivados de un formación apoyada en el estudio y los hábitos saludables, en la enseñanza y el deporte.
La sensibilidad de Javier Imbroda le hizo identificarse con los propósitos derivados del proyecto FES. De ahí su presencia en la presentación del mismo en Andalucía que tuvo lugar en mayo del año pasado. Y de la que, a través de sus manifestaciones, se extrajo toda una lección sobre el juego y el tratamiento que debe dispensársele. Dijo Imbroda en aquélla ocasión delante de los muchachos que lo escuchaban: “Existe una excesiva proclividad hacia la prohibición y esto no va de prohibir, va de enseñar, entender, respetar.” Sabias palabras que tendrían que hacer suyas aquéllos que no aplican al juego otra receta que no sea prohibir. Duele, por múltiples razones, perder a personas de la talla humana de Javier Imbroda, a quién, sobre todo el deporte, dedica hoy un adiós conmovido.