Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

La lección del Gran Casino de la Mancha

13 de octubre de 2016

Los rescoldos de la apertura del GRAN CASINO DE LA MANCHA no se han apagado todavía. Y vamos para quince días trascurridos desde la realización del evento. Revistas del corazón y también políticas, diarios y televisiones se han ocupado con una profusión hasta ahora desconocida en el ámbito del juego del acontecimiento registrado en Illescas. Esta difusión múltiple ha tenido su principal punto de apoyo en la presencia de rostros famosos en el acto. Y las principales informaciones difundidas, eminentemente gráficas, han destacado la asistencia de las figuras populares aderezándolas con comentarios propios de la crónica social. Pero aparte del cotilleo, que también es muy útil para la promoción de un producto, dentro de éste despliegue informativo se han elaborado reportajes de enjundia hablando del GRAN CASINO DE LA MANCHA, de sus instalaciones, de sus características y datos esenciales, de su inversión y generación de empleo y de otros detalles. Todo ello elaborado bajo una óptica objetiva que, al margen de convertirse en un elemento propagador del establecimiento, trasmite con naturalidad la oferta propia de un casino y sus peculiaridades. 

Esto se mire como se quiera, y puede que no falten algunos mentecatos que lo critiquen, resulta extraordinariamente positivo para el GRAN CASINO DE LA MANCHA  en particular y para el sector en general. Ahora bien, una operación de éste calado, que entraña marketing y publicidad, por descontado que no sale gratis. Tiene un coste y supongo que elevado. Pero el juego, a través de sus grupos y empresas más representativas, si pretende hacer imagen, contrarrestar los palos derivados de la utilización de rancios clichés y darse a conocer como vehículo propicio para el ocio y la diversión debe rascarse el bolsillo, salir de la caverna, invertir. 

Lo del GRAN CASINO DE LA MANCHA ha sido toda una clase magistral de penetración publicitaria e informativa. Hoy media España, y a lo mejor un poco más, sabe que en Illescas, provincia de Toledo, existe un casino. Y Madrid, su vecino más próximo, ha recibido la invitación apropiada para visitarlo. Total dista unos contados kilómetros de la capital del reino. Esto es visión del negocio, ganas de romper tabúes aflojando la cartera y regando floreros. Y sin renunciar, faltaría más, a obtener cosecha del sembrado llevado a cabo. 

El acontecimiento de Illescas ha servido para demostrar que el juego ocupa un hueco en la sociedad. Ni positivo, ni negativo. Es una actividad que formula una oferta y participa de ella quien quiere. Los empresarios del GRAN CASINO DE LA MANCHA han jugado sus cartas con luz larga, conocimiento de la carretera y aplicándose la máxima que para recibir hay que dar. Ni más ni menos.