Que la ONCE, amparada en su labor social en favor de los invidentes y otros colectivos, tiene una jeta durísima es obvio. Y que hace mucho tiempo que se saltó todas las barreras que marcan la prudencia para comercializar sus productos es incuestionable. La Organización Nacional de Ciegos ensancha a su albedrío la oferta de su cartera de productos, intensifica hasta la naúsea sus campañas publicitarias, mete a sus vendedores en todas partes y hasta los acerca a las puertas de los colegios. Y aquí no pasa nada porque el gobierno, tan empeñado en acorralar y acogotar al juego privado, da carta blanca a SELAE y ONCE.
Lo último de los ciegos, por ahora, es lo del rasca multiplicador que, otorgará premios millonarios. Anuncian que con el X20 se podrán engordar los premios hasta 20 veces.
Y yo me pregunto: ¿ No se piensan poner límites de ningún tipo a éstos auténticos desmadres de la ONCE que con los dichosos rascas y su inmediatez están más que tentando a la juventud y alentando adicciones ? Es de una hipocresía asquerosa el atacar de manera persistente y sin argumentos sólidos a los salones y no escuchar ninguna crítica ni condena oficial a ésa insaciabilidad de la ONCE que no tiene freno para copar un amplio trecho del mercado de juego.
Frente a éstos avances incontrolados de SELAE y ONCE auspiciados por el gobierno, que los consiente y alienta, está el reverso de la moneda. La de un juego privado sometido a normas cada vez más rígidas y excluyentes tanto por el ejecutivo nacional como por los autonómicos con excepciones. Viniendo del gobierno de Pedro Sánchez no hay que extrañarse. La carta de lo y público se está jugando muy a fondo. La misma que se emplea para denostar y amenazar a la empresa privada. Por tanto no hay que extrañarse que ONCE y SELAE ganen todas las partidas. La indignación del juego privado ante tanta tropelía está más que justificada. Y llegará el día en que reventará.
