Afirma Pepe Vall, que suele ponerse en primera línea de combate, que en lo tocante a los cambios políticos que se avecinan ha llegado para el juego la hora de la verdad. Es el momento dice de ser capaces de transmitir a los que vienen el daño causado y que se continuará ocasionando sino impera la lógica y la sensatez.
ANESAR ha peleado lo suyo, y sigue en ésa línea de lucha que no es clamor ni vocerío, que no son gritos estentóreos ni demandas gratuitas. Que son datos, cifras comparativas, análisis y razonamientos que demuestran a las claras que los salones, que es su caso, han sido objeto reiterado de maltrato político, de persecución sectaria, de prejuicios sustentados en la ideología. Con los salones se ha jugado al pim-pam-pum para arrojar sobre sus locales cuanta más porquería mejor, para dañar su imagen de manera persistente, para provocar cierres por asfixia normativa.
En medio del asunto está la cuestión de si el subsector ha sabido hacer autocrítica sobre un crecimiento en ocasiones desmesurado. Pero eso queda para otra ocasión. Lo que importa en éstos momentos, por eso apunta Vall que ha sonado el clarín, es comprobar que los políticos que escucharon al sector, que atendieron a sus empresarios y se hicieron eco de sus problemas y peticiones cuando toquen el poder actúen en consecuencia. Sin medias tintas ni hipocresías. Haciendo honor a las palabras dadas de las que dependen la vida de muchas empresas y muchas familias. Quiero pensar en positivo y convencerme de que el cambio supondrá un escenario de luz sobre un fondo de sombras oscuras que quedará atrás. Pero siempre quedan en el aire reticencias sobre el proceder de la clase política. En la que suelen abundar las sorpresas. Tiempo tendremos para comprobarlo.