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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

La fiesta

8 de mayo de 2024

La feria, cualquier feria, es sinónimo de fiesta, alegría, expansión colectiva y ganas de compartir y disfrutar. Por descontado que en éstas exhibiciones públicas hay latente un objetivo comercial que es del todo punto prioritario. Pero en muchas ocasiones en el escaparate ferial más que conseguirse ventas voluminosas lo que se cazan son contactos, establecimiento de relaciones, intercambio de tarjetas que abren el camino para la hipotética contratación.

Dicho esto como preámbulo del artículo hay que volver al principio. Al sentido lúdico de la feria, de ésta y de aquélla, que reside en su capacidad para estimular la confraternización, para romper barreras y propiciar el acercamiento social, empresarial y profesional. Ahí radica la importancia de la convocatoria, en su gancho para atraer personal y fomentar los canales de comunicación, impulsar los lazos efectivos, visibilizar la imagen hospitalaria de las empresas y potenciar sus atractivos de cara a un mercado que busca satisfacer su curiosidad y al propio tiempo disfrutar de los alicientes de variado tipo que ofrece el evento.

A la feria se acude para abrir los ojos ante los avances del sector y el lanzamiento de productos llamados a conquistar el éxito ( meta que no siempre se alcanza a pesar de las expectativas que se lanzan a priori ), y sobre todo se va con el ánimo de pasarlo bien, de entonar de nuevo el himno de la amistad, de hacer de la sonrisa y la confidencia un ejercicio saludable y reconfortante, de sacarle punta y brillo al lado amable de la existencia.

Una vez dada mi versión respecto al escenario y efectos desprendidos de las ferias sólo me reste añadir una cosa: Que la fiesta continúe por unas largas horas en un ambiente feliz, hermanador y pródigo en buenos presagios. Brindo por ello y que lo pasen fenomenal.