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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

La amenazante timba ilegal

18 de noviembre de 2015

La noticia del desmantelamiento de dos salas de apuestas ilegales en Benidorm salta al foco de la actualidad. Eran dos bares tapadera donde el tuétano del negocio estaba en el juego clandestino. Son dos agujas en un pajar en el que florecen numerosos garitos, locales anónimos, pisos con vitola de normalidad, chalecitos con mesas camilla y tapetito verde y clubes de la tercera edad, de amigos de la caza o de las setas en los que se apuesta, se canta  bingo, se acarician las barajas del póker y hasta se entona el no va más.

Conviene no engañarse. Hay locales piratas en los que el juego al margen de las regulaciones establecidas es un mero entretenimiento. Y el dinero es accesorio, un pretexto para incentivar la diversión. Pero se han clausurado bingos ilegales en los que la cuantía del premio superaba el de algunas salas con todo en regla. Casinos sin control con miles de euros en liza. Partidas de cartas montadas a lo grande cuyas abultadas cifras en juego escapan tan campantes al ojo inquisidor de Hacienda.

Resulta natural que bingos y casinos españoles, castigados de manera muy dura por la recesión económica y el dogal asfixiante de la fiscalidad, se muestren inquietos y alarmados ante la existencia de una competencia fraudulenta, descarada, retadora y cuya sombra crece. Que recibe golpes policiales pero no cede en su redoble de la actividad. Hablamos, y no es broma, de un cáncer que hay que extirpar intensificando esfuerzos para ello, si no queremos que la timba ilegal se meriende una parte del empresariado que suda la gota para tributar, tributar y tributar y sacar a duras penas sus negocios adelante.