Voy en el coche y escucho por la radio unos mensajes que alertan sobre la adicción al juego y los peligros que se derivan de un uso indebido del mismo. La campaña publicitaria está sufragada por la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados ( FEJAR ) y parece que es de largo alcance y costará su buen dinero.
Acciones de ésta naturaleza informativa, sobre todo cuando son muy persistentes en la divulgación de sus mensajes, tienen dos lecturas para el receptor, para el ciudadano de la calle. Una radica en que se apela a su sentido de la responsabilidad y se le invita con argumentos a no caer en el vicio del juego. La otra es que quizás con tanta publicidad sobre el tema se está desmesurando la cuestión y agrandando la gravedad real del problema, que lo es pero no con el toque tan alarmista que se nos quiere vender.
FEJAR está realizando una labor preventiva apoyada por las asociaciones empresariales del juego. Y cuenta con el apoyo del ministerio de Consumo con cuyo titular parece estar muy identificado y supongo que de ése entendimiento surgirá la canalización de subvenciones económicas. Hasta aquí todo lógico y natural. Lo que no lo es tanto es que FEJAR cierre filas junto a los empresarios del sector, de cuya colaboración se beneficia, y en ocasiones no tenga el menor empacho en ponerlos a caldo o aliarse con la administración de turno para propiciar medidas que van en contra de los intereses sectoriales. Eso, hablando en plata, se llama juego sucio.