Jesús Martínez, director general de Innovación Tecnológica de Melilla, es un cargo público que suele hablar muy clarito. Que analiza los temas del juego desde una visión integral y objetiva. Y bajo ése prisma ha procedido a opinar sobre el I Congreso de Juego organizado por la DGOJ, dependiente del ministerio de Consumo. Y la verdad sea dicha es que no se ha mordido la lengua. Afirma que la iniciativa se organiza de espaldas al empresariado del sector que tiene una presencia mínima en el evento. Y que parte de una propuesta ideologizada: del daño que provoca el juego. Para tratar de un asunto de tanta trascendencia social se ha reducido, deliberadamente, la participación de quienes, por su implicación directa, están en condiciones de enriquecer el debate y suscitar la reflexión optando por el discurso de los que pondrán el énfasis debido en los males de todo tipo que generan las prácticas de azar privadas, porque es obvio que las públicas nunca son objeto de controversia en el ámbito estatal.
Por tanto estamos, como certeramente señala Jesús Martínez, ante una iniciativa falta del necesario equilibrio para abordar el Congreso con la pluralidad imprescindible para que no se convierta en un alegato descalificador sobre la actividad y sus intérpretes. Uno más de los periódicos ataques que desde la DGOJ se vienen sucediendo con el propósito de demonizar todo lo que se refiere al juego, insisto que el que está en manos de la gestión empresarial.
No le faltan razones al representante de Melilla cuando señala que para nada se anuncia el examen de la industria en lo concerniente a la generación de empleo, inversión y transformación tecnológica, aparte del compromiso existente de extremar al máximo la responsabilidad corporativa que viene siendo objeto de una atención permanente por parte de las empresas.
Atina Jesús Martínez al exponer que si la finalidad perseguida por el Congreso consistía en promover un debate constructivo se ha fallado con estrépito al marginar de forma ostensible a los actores del propio sector que han quedado muy superados por representantes de otras parcelas. Situación que en modo alguno puede extrañar conocida la ojeriza proverbial de Consumo respecto al juego, privado faltaría más. De ése talante Mikel Arana ha dejado constancia plena. Vaya que sí.






