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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Hay que acabar con los cristianos

14 de abril de 2016

Lo del señor alcalde de Valencia, don Juan Ribó, comunista a la que no le ha dado tiempo de reciclarse y se quedó en la revolución de octubre de 1917 con barricadas incluidas, le tientan las ideas originales. Esas que mueven a la risa, cuando no provocan la carcajada, por lo simplonas y tendenciosas. El otro día salió por peteneras afirmando que no quería convertir Valencia en un nuevo Las Vegas porque un grupo extranjero proyectaba levantar un casino de nada en la Marina Real del puerto.

Pensar que un casino puede provocar el nacimiento de una urbe excesiva, fallera y fantasiosa como es la meca del juego norteamericana es propio de una mentalidad paleta y no preparada para discernir entre lo real y lo hiperbólico.

No contento con semejante parida el señor Ribó, anuncia ahora su propósito de poner coto a las fiestas de moros y cristianos, una tradición férreamente asentada en el imaginario popular valenciano. Al parecer su rechazo obedece a las presiones ejercidas por los grupos radicales de extrema izquierda y antisistemas cuyas simpatías por el Islam son notorias y voceadas a diario. El ponerse en contra de dicha fiesta residiría en la tradición que existe en alguna de éstas manifestaciones de quemar mediante petardos, por parte del bando cristiano, una efigie llamada La Mahoma. Este hecho hace que se pretenda dinamitarla al presentarla como un ataque a las creencias islamistas.

Lo que no deja de ser una anécdota, dentro del contexto festivo de una expresión popular que data de siglos, se aprovecha por ésa izquierda tremendamente reaccionaria y cavernícola para sacar la espada y cortar cabezas. Quizás en su fuero interno lo que les gustaría a Ribó y sus huestes es, como aconteció en la guerra civil que con tanta saña se empeñan en evocar, el llevar a los cristianos, a los católicos, a la hoguera y facilitar que los sarracenos reconquistarán la península. Así, en una sociedad tremendamente democrática, que rebana cuellos infieles y apedrea a morir a las mujeres adúlteras, viviríamos mucho mejor. Seguro.