Abundan los Observatorios del Juego a nivel autonómico. Se han elevado al máximo las medidas de control para garantizar la máxima seguridad en los establecimientos del sector. Los operadores incentivan a sus profesionales para que se empapen de las normativas y estén en la mejor disposición para atender y garantizar la tranquilidad del público. Está asumida, por parte de la inmensa mayoría del empresariado, una conciencia de responsabilidad compartida que se traduce en la implantación de medios técnicos y humanos puestos al servicio de un juego cada vez menos problemático, más alejado de personas indeseadas cuya existencia, por muy minoritaria que sea, sirve de argumento para la demonización del sector.
Si lo dicho anteriormente es una realidad incontestable ¿ hasta cuando se prolongará ese tratamiento deliberadamente injusto con el que se ataca con saña y buenas dosis de falsedad a la industria privada del juego?. Soy escéptico respecto a la respuesta y pienso que las campañas denigratorias continuarán por mucho que el sector se involucre en la adopción de medidas que contribuyan a combatir la adicción al juego. Por mucho que los operadores sean los primeros interesados en poner impedimentos legales a quienes están atrapados por la adicción.
Ha quedado claro que al sector no le interesa para nada éste tipo de clientela, que en más de una ocasión sólo hace que perturbar el ambiente de las salas. Pero aunque exista constancia, como acontece en la actualidad, de la predisposición empresarial para que la actividad sea un motivo de entretenimiento sin más, nunca faltarán las voces de las entidades que viven del cuento y a cuerpo de rey; ni representantes de las administraciones que no disimulan sus prejuicios ideológicos ni reparan en nada al sonar la trompeta del ataque a discreción. Y como guinda están las asociaciones vecinales transformadas en correa de transmisión política que siguen al dictado las directrices de sus mandos.
Una acuarela con estas tonalidades hace difícil pensar que pueda atenuarse o bajar el volumen de la insidia cuando se aborda o informa sobre el juego privado. Que es víctima vil de mucha manipulación y abundante mentira.
No queda otra que resignarse y aguantar.