Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Gobierno de ventrílocuos

13 de junio de 2025

¿ Usted conoce algún país gobernado por ventrílocuos? Si no tiene el gusto vengase a España y le garantizo que vivirá una experiencia única. Este de aquí es un caso inédito en la historia de la gobernanza política. No hay precedentes ni por asomo de una situación tan pintoresca e hilarante, más propia de un sainete de rompe y rasga. De los de partirse de risa a pesar de la gravedad que se desprende del asunto.

Les cuento. Resulta que cada día que pasa afloran a los medios informativos noticias de corrupción política que afectan directamente a miembros del gobierno y altos cargos de su partido. Y que salpican al propio presidente. Cuando dentro del parlamento y fuera del mismo la oposición y los periodistas quieren saber y formulan preguntas para que les aclaren lo que está pasando se produce la intervención del ventrílocuo. Una voz única salida del palacio del que manda y que se atiene al guion escrito por los publicitarios de turno, que son muchos y están muy bien pagados. El guion sirve por igual para todos los ministros y altos cargos. El ventrílocuo imparte instrucciones y los del pesebre repiten al unísono la letra del relato. No importa que las respuestas nada tengan que ver con los requerimientos parlamentarios o la curiosidad de los plumillas. Eso no hay que tenerlo en cuenta. Se impone con férrea disciplina el acatamiento verbal a los designios del ventrílocuo aunque su argumentario, tan pobre y risible, parezca destinado muchas veces al consumo de disminuídos mentales.

En el caso que andamos metidos no caben ni el desaliento ni muchos menos la autocrítica. Hay que resistir a toda costa porque el pesebre no puede perderse. ¿ Que sería entonces de los ilustres y brillantes personajes que rigen nuestros destinos? ¿ Nos los imaginamos en las colas del paro por falta de curro? Ni hablar. No queda otra que persistir con lo del ventrílocuo, por mucho que el guion de la fachosfera, los pseudomedios, los jueces escorados a la derecha y demás ya no cuelen o provoquen vergüenza ajena. Tocan a rebato para defender al señorito con clamoroso entusiasmo. Y de paso continuar en la poltrona que en la calle hace mucho frío aunque estemos en verano. Ya saben: Todos con el ventrílocuo y prietas las filas. España es diferente.