El calendario de eventos del juego aumenta cada año quizás en demasía. No van quedando huecos para acudir a tanta llamada. Y pese a la multiplicación de citas, que no siempre suelen reunir requisitos de interés, las gentes del sector acuden en tropel, o en fila india, cuando suena el cornetín de enganche y allí que se plantan. Es admirable su fidelidad a prueba de bomba, su adhesión inquebrantable, su apuntarse a cualquier convocatoria al margen del análisis de su contenido. Porque para los empresarios y profesionales del juego los temarios están muchas veces más que sabidos. Y lo que de verdad les importa y valoran es la confraternización, el factor humano, el contacto próximo y cálido con aquéllos que dan vida a un colectivo.
Estas y no otras son las razones que justifican la fidelidad a tantas fechas por cubrir. En las que por regla general los actores suelen ser los mismos. Que repiten cantinelas idénticas allá donde van. Y los hay que son brillantes, piquitos de oro con ideas. Pero también abundan los tediosos que aburren hasta las ovejas. Y se les aguanta con estoicismo digno de mejor causa.
Habría que ajustar un poco el calendario de actos del juego. Racionalizarlo ligeramente. Seleccionando a los intérpretes y dando paso a caras nuevas. Aunque bien pensado conviene no complicarse. Sea cual sea el menú el sector seguirá sentándose a la mesa de los que llamen. Quienes sean los comensales carecerá de importancia.
