Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Feliz Navidad

23 de diciembre de 2025

Cuando entramos en éstas fechas soy incapaz de desear felices fiestas a nadie. Nunca lo diré. Soy de los de feliz Navidad. ¿ Porqué razón ? Una y muy sencilla: desde niño creí en la palabra mágica de la Navidad, que traía frio en el aire y calor en la casa. Que aún en época de estrecheces, que eran muchas, nos tapaban con el abrigo de los afectos, con la sonrisa del que volvía a casa, con el abrazo interminable que te fundía con el ser querido. De chico vivía con los míos en un piso después de haber abandonado un bajo con corral. Mi abuela metió en una habitación de la vivienda un pavo que allí estuvo montándoselo a lo grande hasta que llegó la Nochebuena y tuvo que rendir tributo a una tradición que se mantenía contra viento y dificultades.

Navidad era el símbolo del hermanamiento familiar, la lumbre compartida, el nacimiento del Niño Dios. Toda una escenografía cristiana que había que respetar y que nos devolvía un poco a la infancia, al tiempo de los sueños, del no dormir pensando en los Magos de Oriente, del regalo tradicional de la visita al circo para que los mayores jugaran a sentirse pequeños.

Aun en los momentos más duros, en las etapas más agitadas de cualquier existencia, la Navidad nos hacía florecer las ilusiones, nos daba motivos para pensar que todo el mundo es bueno y nos animaba a resucitar querencias, perdonar afrentas y recomponer relaciones. Las estrellas de la Navidad irradian la luz del amor que nunca termina de apagarse, el despertar del alma ante los pequeños detalles que nos conmueven, la llegada del beso que tanto has añorado y que pone fin al desencanto fraterno. Son días de lumbre y de apertura de puertas del corazón para darte a los demás, a los que quieres o a los que te han fallado, a los que tienes cerca en el pensamiento y lejos en la distancia, a los que te importan y a lo mejor tu poco a ellos. Pero es igual: hay que hacer de Navidad un canto de esperanza.

La Navidad aviva la sensibilidad hasta a los más insensibles. Es la ventana entrañable y siempre esperada por la que penetra la luz que nos invita a ser más generosos, más afectivos, más personas. Aunque sea por unos días vivíamos en paz y concordia la magia de una Navidad que significa calor de hogar y sentido familiar elevado a la máxima potencia. Que la disfruten.