Coinciden varios presidentes de asociaciones autonómicas en denunciar la escasa o nula interlocución que están teniendo, desde hace mucho tiempo, con sus respectivas administraciones. Se suceden los escritos, las peticiones de entrevistas para abordar temas de interés y no obtienen respuesta en la mayoría de los casos. Y si hay contestación es para dilatar en el tiempo cualquier encuentro.
Es cierto que la pandemia en sus distintas fases y efectos han modificado sustancialmente el marco de nuestras relaciones. Y que las administraciones no han sido ajenas a estos cambios de situación. Pero ello no justifica en modo alguno que se demore más de lo aconsejable el diálogo entre administraciones y los representantes del empresariado que precisamente ahora es más necesario que nunca para evaluar incidencias, inventariar impactos y tratar de posibles medidas reparadoras.
Las administraciones no pueden persistir en sus pautas de comportamiento respecto al juego, en sus silencios prolongados, en hacer oídos sordos a las peticiones asociativas. Estas posturas desprenden una cierta actitud de desdén hacia el sector al que dan la impresión de menospreciar. Las administraciones no hablan con los empresarios, los rehúyen y sólo actúan para zumbarles de lo lindo a través de sus boletines oficiales. Basta ya de mutismo y de postergar o maltratar los asuntos del juego. El sector merece un respeto al que no son acreedores muchos políticos y funcionarios.