Está de moda lo del juego responsable. O es la monda. Uno no puede más que llevarse las manos a la cabeza, de la que le sale humo, ante el aluvión de medidas de responsabilidad social corporativa, sellos de calidad, comisiones de trabajo, la última en Galicia, y los múltiples actores que están entrando en éste juego. Todo un ejercicio colectivo de responsabilidad.
Al parecer hemos tardado cuarenta años en percatarnos de que había que ofertar un juego responsable. Por fin al cabo de cuatro décadas hemos caído en la cuenta de implementar una política de responsabilidad y vaya que nos estamos afanando en ella. No hay día que pase que no surja una iniciativa en éste sentido, una idea luminosa, una invitación para sumarse a la moda que todo lo impregna. Y el tema, lejos de amainar, promete extenderse como mancha de aceite, de la que todos exhibiremos lamparones.
Las modas que nos imponen son así de atosigantes y plúmbeas. Y casi siempre las manejan los mismos. Los maestros de alta costura. Por eso la moda del juego responsable lleva camino de convertirse en la monda.