Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

En Sevilla con amigos

23 de julio de 2024

No hay nada como estar entre amigos de los buenos, de los fetén. Y si el hecho tiene por escenario Sevilla, miel sobre hojuelas. Entonces celebramos un acontecimiento de carácter íntimo que adquiere temperatura humana y eleva el espíritu. Que nos congratula con la vida y nos identifica con su lado amable, con su versión para disfrutar y recordar.
Esto sucedió el jueves de la pasada semana en la capital hispalense. De la que faltaba largos años y a la que volví con la intención puesta en compartir unas horas y abrazos con personas a las que aprecio de corazón. Y la verdad es que valió la pena. A pesar del madrugón, del atraso inaceptable de la salida del avión. Del calor que era insoportable. Todo hay que darlo por bien empleado cuando llegas a Sevilla, luz de amanecer interminable, y te encuentras con la cordialidad que se prodiga a manos llenas. Con la atención solícita de las gentes que conoces. Con el plato de gambas blancas y de jamón, junto a la cervecita bien fría, que estrecha lazos personales y aviva afectos que nunca dejaron de serlo.

La verdad es que fueron unas horas, muy cortas que se pasaron volando, que sirven para condecorar el alma con la medalla de la amistad duradera que supera las barreras del tiempo y de los alejamientos físicos. Unas horas alegres y bien humoradas junto a Ignacio Benítez y su hijo Nacho, embajadores de Sevilla en el mundo; Fernando Henar, que es casi como sevillano de adopción; Rafaelito Domínguez, cicerone de la capital; Santos Martínez, siempre sabiendo estar y Jesús Serrano que también se pasea por la ciudad como por casa. Un grupo reducido con el que a lo ancho de más de cuarenta años he vivido múltiples avatares profesionales y personales coronados por el vínculo del afecto sincero y la ayuda mutua, que no han dejado de producirse en tan dilatadas etapas de relación.

En Sevilla y con amigos es todo un regalo por lo que entraña en cuanto al hecho de escenificarse en una ciudad única y bajo el influjo que nos hace más amigo de los amigos. Valieron la pena los abrazos y todo lo demás. Y hay que soñar con volver.