Luis Miguel González Gago asumió hace trece años como cosa propia el Congreso del Juego de Castilla y León. Y desde entones mantiene intacto su compromiso y extrema el celo para que el evento lejos de perder entidad la acreciente en cada convocatoria. Se supera un año tras otro a base de trabajo, tenacidad y descolgar el teléfono, al que está permanentemente pegado nada más despuntan los albores del acontecimiento.
El éxito del Congreso del Juego de Castilla y León, y el de cualquier acontecimiento de similares características, radica en la presencia de los reguladores autonómicos. Que cada vez huyen más de éstas citas por lo abundantes y repetitivas. La presencia de los responsables del juego comunitario sirven para arrastrar a gentes de sus territorios al evento programado. Y así se conquista el triunfo de público apetecido y se realza la organización del acontecimiento.
Pues bien: esta labor capital es obra exclusiva de Luis Miguel que se encarga personalmente de convocar a sus colegas reguladores y llevarlos hasta las tierras de Castilla y León. Merced a sus gestiones en éste sentido cada edición es notable la presencia de reguladores. Y en la cita de Segovia toda apunta a que se batirán récords de concurrencias. Y semejante respuesta insistimos en que tiene nombres y apellidos. Con el trabajo incesante de Pilar Delgado.
Luis Miguel no sólo llama, conversa e invita a sus afines del juego a que acudan a la llamada del congreso en la ciudad castellana de turno, sino que suele responder con cortesía a las confirmaciones que recibe devolviendo la visita a la comunidad invitada cuando tiene oportunidad para ello. Todo un ejercicio de sabia correspondencia. Es el tirón innegable de Luis Miguel González Gago el que ha hecho posible que el Congreso del Juego de Castilla y León tenga al cabo de trece años una proyección nacional indiscutible. Algo conseguido por un cargo público que se ha involucrado como ningún otro, digo como ningún otro, con el juego, sus asociaciones y sus empresas. La mayoría de sus colegas tendrían que tomar buena nota.