Miguel Carballeda, el capo de la ONCE, sigue su alocada cruzada, trufada de insultos y descalificaciones, contra el juego privado. Lo último ha sido aprovechar la tribuna del Congreso de los Diputados para arremeter de nuevo y empleando para ello términos muy gruesos, que invitan a llevarlo al juzgado de guardia por injurias y calumnias. Tildó a los empresarios de salones de mafiosos y narcotraficantes y comparó el juego privado con la droga, bailando en éste apartado al son que tocan los podemitas.
Este tipo, Carballeda, es un sinvergüenza y lidera una de las corporaciones que si se ha distinguido por algo en los últimos tiempos ha sido por sus procedimientos mafiosos y sus prácticas irregulares en muy diversos ámbitos. ¿ Habrá que recordarle a éste individuo, que si por algo destaca es por su talante chulesco y barriobajero y por su facilidad para el insulto, que hizo la ONCE cuando compraba periódicos y emisoras de radio, se metía en la televisión y en negocios hoteleros y en un sinfín de chanchullos sino recurrir a procedimientos puramente mafiosos con mordidas y compra de voluntades incluídas ?
Habrá que preguntarse y preguntarle a él de que autoridad moral dispone semejante individuo para erigirse en azote calumniador del juego privado mientras sus cupones se venden en las puertas de los colegios, de los supermercados y de los hospitales, entran a saco en bares y restaurantes y poco o nada se sabe de los entramados de sus sorteos. No está, señor Carballeda, en disposición de dar lecciones a nadie. Y menos de moral, de la que está acreditado que carece.