Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

El señor de Cantabria

11 de junio de 2021

El señor de Cantabria pertenece a ésa clase de políticos que es capaz de sobrevivir a cualquier naufragio. O sea que sabe adaptarse a las situaciones poniéndose a cubierto bajo el sol que más calienta. En sus años mozos fue falangista y en democracia ha tenido la habilidad suficiente para pactar con unos y otros y auparse hasta llegar arriba. Verborreico por naturaleza y soflamista por vocación ha viajado en taxi hasta los palacios donde se ejerce el mando supremo para obsequiar a sus moradores con las ricas anchoas de su mar. Les ha regalado las anchoas y los oídos y, cuando se ha terciado, los ha puesto a caldo. Ostenta la condición de presidente estrella porque en éste país la televisión entroniza a personajes que visten el traje del populismo y hacen del tremendismo verbal un recurso apto para enardecer a los espectadores. El señor de Cantabria, perejil de muchas salsas, para estar en candelero no duda en soltar desde el púlpito de la caja tonta unas prédicas apocalípticas que ofenden a la inteligencia. Y que son muy jaleadas por los televidentes. Este es el gran protagonista de nuestra historia de hoy.

Aunque éste caballero habla de manera habitual más de la cuenta. Dando por hecho que lo suyo es llamar la atención y armar ruido lanzando peroratas incendiarias no le habría venido mal un atisbo de mesura, un poco de comedimiento en sus mensajes al participar en un acto sobre el juego. Máxime cuando los promotores de la idea son un conjunto de empresarios seria y formalmente comprometidos con un juego seguro y responsable. Por ésa razón el señor de Cantabria podría haberse ahorrado algunas de las palabras que largó respecto al sector. Pedir contención en tipos que utilizan la verborrea fácil e incendiaria como principal recurso de su actuación política sé que es inútil. Pero en éste caso sobraba. Y como tenía que decirlo lo firmo.