Han sido muchos meses, e incluso un año o más, de aislamiento obligado, de pérdidas de contactos físicos, de no mirar a los ojos ni sonreír ni dar un cálido abrazo. Dejamos atrás tiempos de soledades, de desfallecimientos morales, del único recurso del móvil para escuchar y tener noticias, para hablar y lamentarse, para ser espectadores impotentes de una situación que se ha llevado muchas cosas por delante: vidas, afectos, salud, negocios, trabajos y ha truncado familias y empresas. Aunque tratemos de hacernos los valientes de puertas hacia afuera la realidad es que hemos pasado miedo, temblor de malos presagios ante lo desconocido que barruntábamos podía sernos letal. Una pesadilla, que aún colea, nos quebró el ánimo, nos hizo empequeñecernos al tener constancia plena de lo inertes que quedamos frente al zarpazo de lo desconocido.
Hay que tratar de dejar muy atrás la película del horror y la desesperanza. De reconquistar el ánimo debilitado y sacar energía positiva para andar lo desandado y entonar un canto a la alegría de vivir y trabajar, de salir adelante e impulsar con recobrados bríos la propia existencia y la de la empresa, de volver a la dinamización del negocio, al fortalecimiento del instinto comercial y la vuelta a los reencuentros sectoriales que son los que ayudan a dotar de nervio a la economía.
Me dirán que son palabras, buenas intenciones, pero que la realidad está ahí y sigue siendo dura. Por descontado que sí. Asumiéndolo, jugar la carta del derrotismo no nos ayudará para nada. Hay que levantar cabeza, armarse de valor y afrontar la pelea. Hay que hacer una apuesta decidida por un futuro despejado. Y acudir al reencuentro. EXPOJOC 2022 es una oportunidad estupenda para hacerlo. Les esperamos. La cordialidad está garantizada.