Miguel Carballeda, presidente de la ONCE, se ha contagiado del discurso vacío y populista de estas fechas preelectorales. La demagogia campa a sus anchas en los debates televisivos y Carballeda, sin querer ser menos y esgrimiendo la ignorancia por bandera, ha realizado unas declaraciones que tienen miga.
Considera las apuestas online y el poker "muy dañinos para la sociedad, sobre todo para los jóvenes y en muchos casos menores de edad que están en tratamiento por ludopatías y no generan riqueza para las arcas del Estado". O vive atrapado por el tiempo, pues el juego online ya se regularizó y tributa (más o menos según quién lo mire) o juega con el desconocimiento de un medio generalista (por otro lado en muchas ocasiones, tendencioso y analfabeto con el sector del juego). Ni que decir que los casos de ludopatía existen (por desgracia y muy a pesar de la industria de azar) pero representan un porcentaje residual que no puede estigmatizar al conjunto de una actividad comercial con el mismo prestigio y reputación que cualquier otra. En este segmento de negocio durante 2014 se repartieron premios por importe de 6.309.842.012,68 euros, con un margen en el ejercicio de 254.829.500,30 euros. Margen señor Carballeda, margen. Parte de la diferencia ya sabe dónde se destina.
Respecto a que no genera riqueza a las arcas públicas es un soberano disparate. Pero también aporta en forma de puestos de trabajo. Si Carballeda piensa lo contrario, es riqueza, supongo que la gente de Sportium, Luckia, Kirolbet, Betfair, bwin, Juegging y compañía sonreirán sardónicamente, pues muchos cuartos cuesta mantener a una plantilla profesional para actualizar los millones de cuotas y eventos deportivos ofertados a sus clientes. ¿O se piensa el presidente de la ONCE que con un becario es suficiente para armar la estructura de estas empresas?.
Rogaría al señor Carballeda, al cual no tengo el gusto de conocer y vaya por delante mi reconocimiento por la labor social y laboral de su entidad, que se informe antes de hablar. Evitando lanzar soflamas y siendo respetuoso con la competencia. El juego online, y en general el sector en su totalidad, sí lo es con la ONCE. Y a modo de coda, los impuestos soportados por las empresas de juego contribuyen a mejoras en obra pública, sanidad y educación, como lo hace cualquier sector productivo de nuestro país.