Cuando comencé mi andadura periodística, en la que publicada un artículo diario muy trabajado en Las Provincias de Valencia, tuve lectores que me animaron a escribir una novela. Entonces yo era un rendido admirador de aquel periodismo literario que ejercían con maestría inigualable César González Ruano, Lorenzo López Sancho, Carlos Luís Álvarez «Cándido» y otros, y que en la actualidad ya no se practica. Por estas notorias influencias mis escritos de entonces tenían un cierto halo literario que me hizo ganar algún premio. Pero en cuanto a la novela se refiere contemplé la opción como una montaña a la que era incapaz de subir. Me conformé con dos cuentos que aparecieron en el diario a petición de su director.
Yo nunca llegué a la novela. Y proclamo con orgullo de padre que mi hijo lo ha hecho por mí. Desde bien pequeño, como mi otro hijo, José Ignacio, siguió mis pasos y ha sido un lector voraz, que ha sabido atesorar ideas de la magia infinita de los libros. Los que ayudan a crecer y forjar una personalidad con valores. Fruto de las inquietudes, de la sensibilidad y el talento de Juan Carlos Ferrer (JC Ferrer, como prefiere que le llamen como escritor) es El Microbio Blanco, un relato apasionante que se lee de un tirón y que cuenta la peripecia vital de un enamorado de la medicina, de las mujeres y del sexo (porque sin sexo nos queda muy poco) que desgrana su trayectoria bajo una óptica escéptica, irónica y preñada siempre de un alto sentido humanístico. Un canto a la amistad con raíces indelebles muy bien trabajada, que brinda capítulos para la emoción y la reflexión y que logran estremecerte frente a las tragedias hospitalarias contadas con descarnado vigor.
JC Ferrer es doctor en medicina y cirugía muy apreciado profesionalmente. Y no lo digo yo en calidad de progenitor. Lo aseguran destacados compañeros y lo reafirma su presencia en foros especializados y en estudios publicados. Y ahora le ha tocado el turno a la edición de su primera novela, El Microbio Blanco, a la que estoy seguro seguirán otras, fruto de una mente muy bien amueblada. De un tipo que desde chico tuvo las metas claras y los objetivos marcados y que ahora, tras su paso por la literatura, deja constancia plena de un torrente creativo tocado por la varita mágica capaz de tejer una historia que conmueve por la humanidad que desprende. Afinidad familiar al margen recomiendo encarecidamente la lectura de El Microbio Blanco. Pienso que acertarán en la elección.