Si hay que dictar conclusiones se emiten. Y desde luego en el caso de ICE 2025 no hay resquicio para la duda. Hemos asistido al mayor espectáculo del mundo del juego. Un derroche espectacular de productos destinados al planeta presencial y online. Contando para ello con los gigantes de la industria cuya presencia ha puesto de relieve los impresionantes avances que se están produciendo en el sector, fruto de una evolución progresiva que no cesa en su búsqueda de novedades de impacto a través de tecnologías con vitola de futuro.
Londres era impresionante y siempre me referí a su escenario como el principal escaparate del juego a escala universal. Por el hecho de que dentro de su espacio tenían cabida todos y cada uno de los elementos que configuran y proyectan la industria destinada a las prácticas de azar. Dicho esto hay que decir con rotundidad que Barcelona no le ha ido a la zaga ni mucho menos. Que ha estado a la altura de lo esperado y cabría añadir que en aspectos concretos ha superado lo visto anteriormente en la capital del Támesis. Triunfo rotundo por tanto y una organización que ha sabido medirlo todo con rigurosidad, sentido previsor y una experiencia acreditada que ha servido para obviar dificultades y propiciar un cuadro visual cargado de alicientes entre los que no han faltado ni los debates, ni las tomas de posición respecto a cuestiones esenciales sobre los que resulta imprescindible escuchar voces y recoger criterios.
Aseguran quienes son expertos en éstos temas que partiendo de la experiencia de 2025 y siguiendo ésa trayectoria en línea de superación ICE Barcelona puede convertirse en la primera o segunda manifestación ferial de la ciudad condal lo que constituiría un hito de impacto mundial.
Ciñéndonos a lo inmediato hay que congratularse porque ICE Barcelona ha servido para catapultar la estampa de nuestro país con rasgos más que positivos hacia todo el orbe del juego. Un tanto de valor incalculable.