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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

El juego y las patronales

6 de octubre de 2025

Como soy muy veterano en éstas lides recuerdo las asambleas de las asociaciones empresariales que se celebraban treinta o cuarenta años atrás. Y que tenían por escenario las instalaciones de hoteles. Estuve muy acostumbrado tiempo atrás en asistir a éstas convocatorias asamblearias en hoteles de diferentes ciudades, por lo general de cierta categoría. El juego entonces asociativamente hablando funcionaba al margen de las patronales españolas que acogían en su seno a los representantes de las distintas actividades de la industria y el comercio.

Aquélla cita hotelera se acabó cuando las asociaciones del juego comenzaron a integrarse en los organismos patronales CEOE y CEPYME y sus delegaciones territoriales. Lo hicieron mediante el abono de las correspondientes cuotas, en ocasiones elevadas, pero que sirven para certificar la plena integración del juego con el resto de sectores. Y con ello se da carta de naturaleza a una actividad como el juego que no deja de estar en la mirada crítica de ciertos ámbitos políticos y sociales.

Por descontando que el asociacionismo del juego tuvo que buscar el respaldo de las entidades diseñadas para defender los intereses empresariales. En modo alguno podía mantenerse al margen de la influencia, el asesoramiento y la protección de las grandes patronales cuya misión no es otra que no dejarse avasallar por las acometidas políticas.

Lo que acontece en algunos casos es que la colaboración de las patronales con el sector es, meramente protocolaria, de galería, de servir de marco a sus asambleas y no ir más allá. Se dan casos en que las asociaciones son sometidas al varapalo de unas normativas tan férreas como asfixiantes y ahí si sería cuestión de contar con un respaldo más efectivo, más real, más de implicarse las corporaciones que aglutinan a todos los empresarios. Ahí el juego sigue estando sometido a las buenas palabras, al quedar bien y sálvese el que pueda. En problemas de calado haría falta un mojarse a fondo sin medias tintas. Sin brindis al sol, que tanto abundan.