Suele ser bastante habitual que los políticos prometan y luego no pasen de ahí, de las palabras que se lleva el viento. Por los hechos Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, no responde a ése perfil fulero que por desgracia abunda más de la cuenta. Nada más asumir su cargo Moreno anticipó que una de sus medidas esenciales sería la bajada de impuestos y ha cumplido con lo prometido. La reducción impositiva que afecta a todos los sectores andaluces es agua bendita después de las penurias acarreadas por la pandemia. Todo un soplo de aire fresco para muchas empresas a las que no ha quedado más alternativa que acogerse a la respiración asistida vía ICO, ERTES o la búsqueda desesperada de recursos para sobrevivir al naufragio.
El juego no ha sido una excepción y la Junta de Andalucía, que ya puso de manifiesto un alto grado de sensibilidad con el sector para tratar de paliar los efectos del Covid-19, ha vuelto a mejorar la situación de sus empresas mediante medidas destinadas a aflojar la presión tributaria. Una decisión política valiente y realista, dado el panorama existente, que contribuirá a recuperar pulso económico y también empleo.
Fueron muchos, dentro de su propio partido incluso, los que se mostraron escépticos con la candidatura de Juanma Moreno a la Junta de Andalucía y más todavía ante una posible victoria. Se equivocaron de medio a medio. Y la actuación presidencial de Moreno nos ha dado la imagen de un político serio, eficaz y responsable. Virtudes que no abundan en exceso.
