Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

El despiporre

18 de abril de 2024

En Algeciras la policía autonómica entró en un bingo ilegal donde había más de  250 personas, con menores incluídos y bebidas y tabaco para dar y vender. Seguro que el local registraba una mayor afluencia que algunas de las salas que se atienen estrictamente a la legalidad y cumplen a rajatabla las normas establecidas. Lo de Algeciras no es otro síntoma que el colmo del despiporre, la entronización del descaro más absoluto a la hora de ciscarse en la ley, la prueba de operar en la clandestinidad con la mayor falta de escrúpulos y con la garantía anticipada de que en el caso de que el negocio sucumba los resultados penales serán nulos o de muy escasa consideración.

Esta falta de medidas punitivas que dejen sentir con dureza sus efectos frente a la fechoría perpetrada es lo que permite la subsistencia del juego clandestino, su mantenimiento retador y su voluntad de continuar con su función de pirateo. Por mucho que se produzcan operaciones de desmantelamientos de garitos que no sólo son una ofensa a la legalidad si no que representan un acto temerario no exento de peligros para quienes participan de ellos.

¿ Cuantas salas de Andalucía hay en la actualidad que en determinadas fases de su horario no logran reunir a 250 personas ? Supongo que algunas habrán y mientras ésta situación acontece resulta que unos desaprensivos meten en un tugurio sin las mínimas condiciones de control y seguridad a tal número de clientes y no respetan ni la prohibición de entrada al recinto de jóvenes que tienen vedado el acceso a los espacios de juego.

La lección última que se extrae de casos como el relatado, que suelen aflorar con frecuencia al primer plano de actualidad, es que sale muy barato el dedicarse al pirateo en el juego. Que no se arriesga en exceso quién opta por la línea marcada de los sin ley, y que por razones tan poderosas se desmantelarán garitos, se cerrarán tugurios pero florecerán otros nuevos al socaire de una brisa en la que la indulgencia y falta de ejemplaridad es su principal rasgo. Por eso se canta tanto la canción del ilegal.

Y seguimos con el despiporre del bingo, que de verdad cansa y mucho.