Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

El cartero no llama

11 de enero de 2022

En las pasadas fiestas navideñas recibí dos felicitaciones por correo postal, dos. Esto habría sido insólito veinte años atrás. Por el contrario recibí en mi móvil múltiples WhatsApp, tantos que se atropellaban unos con otros. Es el signo del tiempo nuevo, de la absoluta subordinación a las nuevas tecnologías que nos deshumanizan y llegan a esclavizarnos.

El cartero ya no llama a la puerta por la sencilla razón de que nadie escribe cartas. Aquéllas cartas de amor, de condolencia, de amistad o hasta incluso de carácter comercial pasaron a mejor vida. El ejercicio epistolar es una antigualla y como tal no se practica. Nadie coge papel y pluma, o bolígrafo si lo prefieren, para volcar en medio folio estados de ánimo, emociones, palabras de amor o dolor, confesiones íntimas, mensajes que dejan volar el pensamiento hacia las personas que en ése momento ocupan nuestra mente y agitan nuestros sentimientos.

La carta fue, desde tiempo inmemorial, un pequeño e íntimo testamento que nos invitaba a comunicarnos con los seres queridos o apreciados para vencer las distancias y aproximarnos a ellos mediante el don de la escritura, la magia de la palabra. Cuantas cartas han contenido estallidos de alegría, manifestaciones propias de un alma que plasma en el papel lo que quizás no se atrevía a decir de palabra. La carta era la blanca paloma que esperábamos con ilusión e incertidumbre para tener noticias de aquéllos que añorábamos.

El cartero no llama. Las cartas ya no se escriben. Y estamos quedándonos sin alma y a merced de los artilugios que nos insensibilizan y nos restan calor humano. Y al admitirlo, me invade la tristeza.