No le faltan las críticas desde las esferas próximas del asociacionismo. Es personaje siempre envuelto, en ocasiones porque él mismo se ocupa de que sea así, en la polémica y en la controversia sectorial. Pero nadie puede discutirle capacidad de arrastre para que a una llamada suya acudan múltiples operadores y cierren filas junto a él en defensa del sector y para tratar de salvar los muebles de unos negocios seriamente amenazados.
Fidel Molina Flores posee capacidad de convocatoria, que nunca suele caer en saco roto, porque es un tipo peleón, fajador, de los que nunca renuncia al cara a cara y al llamar a las cosas por su nombre. Tendrá sus defectos y cometerá sus errores pero nadie puede discutirle a éstas alturas su lucha denodada por el recreativo, su tenacidad a prueba de bomba llegado el momento de movilizarse y participar en muy diversos frentes para preservar la presencia de las máquinas en hostelería.
No es de los que se queda quieto. Es de todo menos conformista y de los que sale a la calle, se manifiesta y levanta la voz cuando las tropelías políticas pueden llevarse por delante empresas pequeñas y fulminar muchos puestos de trabajo. Y éste panorama, en horas realmente muy duras para el recreativo valenciano, se denunció y se hizo carta de protesta pública a través de sucesivas campañas de SOS Hostelería, personificada en Fidel Molina, puesto que ha sido él artífice principal de un movimiento que hizo de la calle su escenario, que llamó a despachos, que tocó puertas políticas y que armó la marimorena porque era la única forma de exponer la alarma creciente que se extendía entre los operadores.
Hoy, Fidel hace balance de lo realizado por SOS Hostelería. No es cuestionable su tenacidad y su trabajo puestos a contribución de un sector herido que trata de restablecerse si le dejan trabajar en paz y sin sobresaltos. Seguro que reunirá a mucha gente a su alrededor. Tiene fuerza y razones para conseguirlo.