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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Duelo político en Las Vegas

25 de octubre de 2016

A la imaginación hay que hacerla volar por el cielo del pensamiento. Es un ejercicio barato que permite jugar con la fantasía y dibujar mundos de ensueño. En eso de darles alas a la imaginación estaba yo enfrascado mientras veía por la pequeña pantalla el duelo político que mantuvieron los aspirantes a la presidencia de los Estados Unidos Hillary Clinton y Donald Trump. El escenario: Las Vegas.

Y ante ésta confrontación uno reproducía para sí un enfrentamiento entre don Mariano Rajoy y don Pablo Iglesias habida cuenta que don Pedro Sánchez está por el momento fuera de pista. De pista circense claro. Figúrense por un instante a Mariano y Pablito frente a frente y como fondo del debate los casinos, las mesas de póker, las máquinas trepidantes de las Vegas. Todo un escenario multicolor por el que discurren ríos de dólares.

¿Como creen que hubieran reaccionado aquí los cronistas de la moralidad, los que reparten credenciales de pureza ideológica, los guardianes de lo ético y estético, lo que opinan de todo sin saber de nada previa puesta del cazo? Lo pienso y me pongo a temblar. Habrían puesto el grito en el cielo, histéricos y sacando espumarajos por la boca. ¿Pero como se les ocurre – clamarían a grito pelado –mantener un encuentro tan serio, tan trascendente, en la ciudad del vicio, del pecado, de la ruina familiar, de los suicidios, las putas y las drogas? ¿Como acudir a un antro de perversión, un lazareto social, una timba gigantesca dirigida por mafiosos para dilucidar un cara a cara entre los dos aspirantes a gobernar el país?.
 
Aquí no tenemos Las Vegas ésa inmensa falla de cartón piedra, hortera y apabullante surgida de la fantasía de un visionario. Aquí no contamos con una ciudad que es líder mundial en la organización de congresos y convenciones. Pero si la tuviéramos la escandalera política estaba más que asegurada. 
 
Es la diferencia que separa a una democracia madura de otra, todavía con mucho que aprender, donde un tipo de la catadura de Pablito Iglesias seguro que se oponía a debatir en un sitio como Las Vegas. Trump, otro de su cuerda pero con la matrícula cambiada, no expresó el menor reparo. Faltaría más.