Tanta prisa con la ley, tantos arreones para sacarla, tanto poner la quinta marcha y ahora sale don Ximo Puig y pone freno de mano para convocar elecciones autonómicas. ¿Y cómo nos aclararemos – me pregunta un vejete de mi barrios – con tanta papeleta y tanto sobre, unos ordenados por don Pedro, el guapo, y otros por don Ximo, el del flequillo?. El pobre hombre teme armarse un lío morrocotudo el día de las votaciones y votar al rojo en vez de al azul. Sería para pegarse un tiro, dice.
Lo cierto es que la ley del juego valenciano parece ser objeto de una especie de mal fario. Primero tardó la tira en arrancar, luego durmió un sueño prolongado en los despachos, cogiendo el texto hasta alguna telaraña y, de golpe, lo sacaron de la nevera y lo pusieron a calentar. Al rojo vivo además. Y escribo lo de rojo sin ninguna intención. La realidad es que el texto vuelve al frigorífico y lo deseable sería, por el bien de todos, que se congelara, que adquiriera tal volumen de hielo que hiciera falta una piqueta para despedazarlo. Así todos nos quedaríamos más tranquilos. Pero a lo pero resucita y nos vuelve a meter el miedo en el cuerpo. Habrá que esperar y rezar el rosario. Y pedir indulgencia plenaria.
