Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

De fiesta en fiesta

28 de mayo de 2018

Hay que congratularse. Frente a los malos agoreros que abundan en todas partes y dramatizan sobre la situación económica del juego en España está la otra cara. La más próxima a la realidad sectorial. La que demuestra que el juego pese a los inevitables reveses, está vivo, se siente luchador y apuesta por la evolución, por la mayor profesionalidad y por la mejora en sus servicios. Y aspira mediante el empleo de éstas armas legítimas a la conquista de nuevas cuotas de mercado.

Que el juego exhibe músculo creativo y fortaleza empresarial se está viendo en las presentaciones que se suceden, en las megafiestas que se organizan y que reúnen a cientos de invitados. El juego irradia vitalidad, dinamismo y un afán de superación que se traduce en convocatorias sectoriales cada vez más ambiciosas y espectaculares. Los síntomas que se perciben indican que la industria española del juego se supera en capacidad tecnológica y proyección empresarial. El panorama es por tanto optimista. Aunque no hay que echar las campanas demasiado al vuelo ni pasarse con las fiestas y sus efectos escenográficos. Porque pueden resultar una pizca contradictorios los alardes de las fiestas con los lamentos posteriores con las administraciones pidiendo árnica. En forma de rebajas fiscales o introducción de nuevos productos para incentivar unos negocios presuntamente alicaídos. Fiestas, claro que sí. Pero sin pasarse de rosca. La moderación siempre es virtud aconsejable.