Recientemente el presidente de ANESAR, José Vall, se dirigió al ministerio de Consumo para reclamar que todos los puestos físicos donde se venden los productos de SELAE y ONCE cuenten con idénticos controles de acceso que los que rigen para los locales de titularidad privada, cuyas medidas de acceso están sometidas a determinados requisitos que pasan por la identificación y revisión del personal que accede a los mismos.
La petición de ANESAR no puede ser más sensata. Estamos en el fragor de la campaña que apela por todos los medíos y en todos lados que se juegue con responsabilidad. Obviar en el caso que nos ocupa a los juegos públicos de unas mínimas medidas de control me parece un ejercicio de absoluta irresponsabilidad que choca de manera frontal con la severidad impuesta en el caso de los establecimientos privados.
No nos cansamos de insistir en el tema. Es un verdadero despropósito, un alarde de cinismo político, un doble rasero inadmisible, cargar contra salones, bingos y casinos para que extremen al máximo los mecanismos de seguridad, que implican inversión económica, y los despachos que expenden billetes de lotería o cupones de la ONCE no estén sujetos a ninguna disposición de ésta naturaleza, cuando es notorio que jóvenes en edad no autorizada son compradores de sus productos.
El ministerio de Consumo, en posición de guardia permanente para alertar de los peligros que acechan a los ciudadanos en los salones y demás locales del juego privado, no cesa de demonizarlos de manera continuada. Y en cambio ignora de manera deliberada y escandalosa cualquier alusión a las tentaciones adictivas que pueden generar SELAE y ONCE. Con puestos de venta absolutamente descontrolados. ¿ Se callará cínicamente Consumo ante la propuesta de ANESAR? Pensar lo contrario es no conocer el percal. Que no es de buen paño precisamente.
