Piden desde FEJAR controles para todos llegado el momento de jugar. E incluye en el término todos a LOTERIAS y ONCE. Dos corporaciones que gozan de bula y de prebendas generalizadas que les hacen campar a sus anchas y sin ningún tipo de cortapisas en un mercado amplio que invaden a su antojo sin que nadie les tosa.
LOTERIAS y ONCE venden sus productos en los más diversos ámbitos sin que se recurra a ningún tipo de identificación a quienes adquieren sus décimos, cupones u otros dentro de una variadísima oferta que va en aumento y cada vez hace crecer su cartera. En las puertas de los colegios y los hospitales, en los bares y restaurantes entran como Pedro por su casa los vendedores y nadie parece ocuparse y mucho menos preocuparse por saber los destinatarios, previo pago, de ésa colección de productos, algunos de ellos extremadamente tentadores por la inmediatez del premio que es un aliciente descarado sobre todo para los más jóvenes.
Se insiste hasta la saciedad en la necesidad de extremar las medidas de responsabilidad en lo que al juego privado concierne. Se aprovecha el menor incidente para demandar mayor rigurosidad en la instalación de sistema de prevención y control en los locales privados para evitar que se cuelen los inhabilitados o las personas en riesgo.
Por descontado que de acuerdo en que los establecimientos contribuyan con todos los medios a su alcance en que jueguen los que deben jugar y no los que están excluidos. ¿ Pero que hacemos con LOTERIAS y ONCE ? ¿Les seguimos dejando que vayan a su antojo y hagan lo que les dé la real gana?
Ya está bien de consentir que LOTERIAS y ONCE se muevan con absoluta impunidad en el mercado mientras se castiga y se exige al juego privado que invierta y continúe invirtiendo en seguridad. Y entretanto los otros se carcajean sin el menor sonrojo.