Muchos consejos, incluso los de ministros, suelen ser inoperantes. Y sin embargo existe una propensión política hacia la creación de éstos órganos. Que en ocasiones se constituyen con una finalidad prioritaria: enchufar en ellos a los miembros de éste o aquél partido.
Ahora circula la pretensión de alumbrar en la Comunidad de Madrid un Consejo del Juego. Propuesta que parece cuenta con el respaldo de todos los partidos excepto del PP. Ese consejo sería una especie de saco en el que tendrían cabida representantes de los partidos y de distintas entidades. Una presencia presumiblemente numerosa de delegados, la mayoría sin conocimiento ninguno del juego y sus peculiaridades, que convertirían aquello en una olla de grillos con mucho ruido y anticipo que ninguno nuez. Y si saldría alguna sería a no dudarlo lesiva para los intereses del sector.
La izquierda radical es muy proclive a la puesta en marcha de comisiones, comités y consejos. Y la izquierda más tibia le sigue los pasos y el juego. Es una forma de meter baza en todos los asuntos y de tratar de implantar sus estrategias y sus prohibiciones. Porque puestos a prohibir los del rojerío intenso son forofos y no se esconden.
Un Consejo del Juego con los partidos y los ludópatas rehabilitados dentro, que sabemos a lo que van, y con los operadores de comparsas me parece a mí que es una invitación al embrollo, al tender ropa sucia y a la ineficacia. Que si algo hará será tirar fango sobre el juego. Consejos, por tanto, los justos. Y sobran.