Se anuncia para el próximo mes de junio un pleno del Consejo de Políticas de Juego. Forman parte del organismo las Comunidades y Ciudades Autonómicas y la representación del Estado. En la convocatoria se invitará a los portavoces de los distintos territorios para que expongan las principales iniciativas adoptadas en materia regulatoria. Hasta aquí la información difundida.
Desde el punto de vista meramente operativo les anticipo el resultado práctico de la reunión: ninguno. O sea nulo y sin valor. Se hablará, se pondrán sobre la mesa cuestiones de importancia, habrá debate supongo pero llegado el momento de la verdad nada, cero actuaciones y escasa voluntad de aunar criterios y proponer alguna acción coordinada que resulte beneficiosa para el juego.
Sucede ahora y se produjo antes con la extinta Comisión Sectorial del Juego. Son entidades rodeadas de un cierto boato político que en lo concerniente a la aplicación de medidas efectivas con un carácter conjunto nunca han dado el menor resultado. Primero por el hecho de que el gobierno central tiene sus competencias marcadas, que se limitan al online, y segundo porque las autonomías quieren ir cada una a su aire y se muestran extremadamente recelosas llegado el momento de compartir unos criterios unitarios que nadie, en el fondo, desea. Esa y no otra es la causa de que se produzcan en cuestión regulatoria ostensibles desequilibrios entre distintos territorios sin que se produzca la más mínima intención de racionalizarlos al menos en apartados esenciales.
Resumiendo que el título pomposo del Consejo de Políticas de Juego sirve para que se saluden los responsables autonómicos de la cosa con los mandatarios nacionales, que le den a la cháchara y hasta que cuenten algún chiste, que tiempo tendrán para ello, y hasta puede que almuercen en paz y armonía que es sano ejercicio, Y ahí concluye la historia. Tanto oropel y protocolo para un balance de cero. Los juegos de la política.