Representantes de grandes grupos empresariales dijeron el otro día que no les preocupaba para nada el control de acceso a los salones. A los directivos de ANESAR y AEJOMA por el contrario si que les preocupa y mucho. Son dos posturas enfrentadas que denotan lo complicado que resulta cerrar filas empresariales cuando surgen graves problemas que afectan al sector y los intereses o las estrategias de unos y otros provocan la división.
Hago este comentario para subrayar, una vez mas, lo difícil que es alcanzar la unidad sectorial. Y ya que estamos metidos en harina con el tema de los solanes, con la comparecencia ayer de Fernando Prats en la asamblea de Madrid a instancias de los podemitas, y el anuncio del gobierno de la Comunidad de que estos locales deberán contar con un acceso mostrador de acceso, llegamos pronto a una conclusión: la siega ha comenzado.
Algunos doctos, que siempre los hay, han tratado de minimizar los efectos y el alcance de la campaña que contra los salones y casas de apuestas inició la izquierda radical y comunista en Madrid. Y que se ha extendido hacia otros territorios contando con el apoyo entusiasta de grupos ideológicos afines.
La campaña obedece a una estrategia definida: ponerle un dogal al juego. Al que comunistas y sus palmeros distinguen con su inquina nunca disimulada. Y no cejarán en sus movimientos restrictivos, en sus propuestas controladoras y asfixiantes. La siega no ha hecho mas que comenzar.
Y como colofón una pregunta: ¿Se puede trasladar a estos radicales la realidad de un sector sin que la rechacen de plano? Que respondan los sabios de turno.