Estamos atrapados por las redes sociales. Donde cabe todo y la mentira navega con tanta velocidad como impunidad. Esta lamentable realidad, éste anticipo de la noticia, falsa o verdadera, ésta propagación de informaciones, que en la mayoría de los casos no lo son, está consiguiendo desvirtuar el ejercicio del periodismo, adulterando su función, restándole credibilidad. Ahora se impone el titular escandaloso, la elevación del rumor a la categoría de noticia. La mezcla interesada y grosera de opinión e información, la ausencia de contrastes y rigor en el tratamiento de la noticia.
Este periodismo elaborado a golpe de titular con datos inconcretos o poco fiables, fuentes interesadas que no hablan y especulaciones a todo trapo se está dando con CIRSA y la posible puja o entrada en la compañía de fondos de inversión presuntamente interesados. Desde la órbita profesional sonroja un tanto comprobar como la base informativa de un trabajo de ésta entidad se basa en que determinados grupos han analizado una “posible” operación de compra o integración. Y en base a tan endebles materiales se teje un argumento meramente especulativo, aderezado con números y balance que son de dominio público, y surge la exclusiva mundial del asunto. Realmente acojonante.
No hay que asombrarse ni asustarse. Es la moneda informativa que circula. La del ruido sin nueces. La de la posverdad que es mentira colosal. La del humo vendido como fuego listo para que arda lo que sea. CIRSA no entra al trapo de semejante baraúnda y acierta. Una compañía de su nivel está obligada al mantenimiento de la seriedad. Y cuando existan razones de peso procederá hablar.