El gobierno de la Generalidad de Cataluña lleva cien días asumiendo su cometido, que se entiende debe ser planificar, gestionar y poner en marcha medidas destinadas a elevar el nivel de la Comunidad y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Y éstas medidas se plasman en leyes que tiene que dictar y aprobar el ejecutivo que preside don Carlos Puigdemont.
Y al cabo de trascurridos cien días va y resulta que el gobierno del señor Puigdemont no ha sacado ni una sola ley. ¿ Como es posible—se preguntan muchos ciudadanos despistados de Cataluña y los extranjeros que vivimos en Valencia, Murcia, Cáceres o Sevilla – que después de tres meses cumpliditos esté todavía en blanco el capítulo de nuevas leyes ? Y es que el pueblo, el catalán del bendito pan con tomate y aceite, y el de la puta España de los callos y el pescaíto frito, no se entera que los consellers de la Generalidad están de trabajo que no dan abasto: abriendo embajadas de la república catalana hasta en el polo norte; apoyando la gira propagandista de su conseller de exteriores, que llama a las puertas de todos los países que le salen al paso, aunque no se las abran en casi ninguno; extasiándose ante la pequeña pantalla de la TV3 cuando una aguerrida periodista, que maja la nena, quema un ejemplar de la Constitución, española por supuesto, y se ponen cachondos; alentando las declaraciones grandilocuentes de los municipios que proclaman a grito pelado, armando mucho ruido, que el Rey y toda su familia son personas non gratas y lo hacen diciendo ahí queda eso. Bastante trabajo desarrollan los pobrecitos consellers, obligados por decisión de la superioridad – la de don Arturo Más que está en la sombra y no en los cielos –, tratando de arañar milloncetes de sus respectivos presupuestos para educación sanidad, servicios sociales y demás y destinarlos a la financiación del “prusés”, que es lo que importa y que representa, ojo al parche, la prioridad ,más absoluta para el ciudadano de Cataluña, que sólo vive y sueña pensando en la idílica independencia, ésa que les hará más ricos, alegres y felices.
Cien días sin una ley que saludar. No es extraño que cuando hablas con un empresario del juego de Cataluña te confiesa, entre abatido y resignado:”Aquí no se mueve nada, estamos metidos de pleno en el “prusés”. Pues nada, a seguir cien días más y los que sean necesarios endeudados hasta los ojos, porque claro, España nos roba; despotricando contra el Rey y su familia; soñando con la pitada al himno nacional en la final de la Copa; jaleando a la Colau y sus mariachis con sus despropósitos sectarios. Pero gobernar, lo que se dice gobernar, o sea aprobar leyes,ni se les ocurre. El “prusés” es el “prusés”.