Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Cataluña como escenario de preocupación

29 de marzo de 2018

Mi amigo, catalán y empresario del juego, me cuenta atribulado que no puede salir de vacaciones. Que tendrá que renunciar a su descanso de semana santa que lleva esperando como agua de mayo. Que está cercado por las barricadas que impiden el tránsito por las principales carreteras. Y hacen harto complicado el acceso a estaciones o aeropuerto. Barcelona, y otras poblaciones, presentan, dice, una estampa donde manda la furia urbana, los enfrentamientos de violentos con las fuerzas de seguridad, que en ocasiones actúa y en otras se muestra quieta. La calle ha dejado de ser un escenario de rutas abiertas al paso del ciudadano para convertirse en senda de miedo del que conviene guardarse por si acaso.

Esta es, con las dosis de hipérbole que ustedes quieran poner y de las que echa mano el relator de éste artículo, pero con un fondo inesquivable de realidad alarmante, la imagen que ofrece Cataluña, con Barcelona en primer plano, asaltada reiteradamente por unas turbas, perfectamente orquestadas, que dicen defender a una quimérica república catalana a base de piedras, hogueras y destrozos, insultos y banderas expendedoras de odio al contrario. Esa es la instantánea del descrédito, recogida por el ojo gigantesco que todo lo ve y lo propaga, que están haciendo de su tierra y de España.

Pedir cordura a quienes deban ponerla cuando el sentimiento nubla la razón es inútil. Apelar al raciocinio y la mesura mientras persiste la gran mentira y aumenta el fragor de la excitación en torno a ella invalidan cualquier intento destinado a la conquista de una atmósfera de mínima concordia, de serenidad colectiva, de entendimiento social y político. Lo dicho: las vacaciones de semana santa se complican en Cataluña. Y lo que viene después también pinta mal. Y lo siento en el alma.