En España los méritos suelen reconocerse a pie de lápidas. Las necrológicas están a rebosar de adjetivos y de los maravillosos y estupendos que eran los que ya no están entre nosotros. Y en vida no les dimos ni agua, y a lo que mas llegamos fue a regatear el elogio que merecía el tipo brillante o restarle mérito a su labor. Esto entra dentro del catálogo de la envidia nacional que solemos cumplir al pie de la letra la inmensa mayoría de los españolitos.
Pido perdón por el desahogo y entro en materia. Juan Espinosa es un tipo educado y cortés. Y haciendo gala de ambas cualidades, que tantas veces se añoran por falta de ejercicio, quiso reconocer el otro día públicamente la labor que habían hecho José Ignacio Cases Méndez y Germán Gusano en la Fundación CODERE y con su anuario. La cita me pareció tan oportuna como justa. Ignorar su papel era de mala educación o por lo menos de hacer un alarde de desmemoria que no venia al caso. En la vida, conviene ser elegantes y sobre todo agradecidos. Que ya no estén, no significa que deba silenciarse la labor concienzuda y rigurosa de Cases y Gusano. Y por mi parte, me uno a la mención hecha por Espinosa.
Y desearle suerte a Landaluce y los suyos para continuar con la herencia recibida. Para la que tendrán que arremangarse de lo lindo.