Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Carta a los Reyes

5 de enero de 2022

Recupero el espíritu infantil, la ilusión intacta de la inocencia, la magia de la pureza. Y fruto de ésa metamorfosis súbita que me devuelve al tiempo que fue y no volverá cojo pluma y papel. Como siempre se hizo, como ya nadie hace. Y medito un poco, y trato de soñar despierto para escribir mi carta a los Reyes Magos. Los que vienen, igual que antaño cuando éramos niños, igual que ahora que soy anciano, del lejano Oriente cargados de regalos y supongo que también de carbón para los más díscolos, que presumo serán pocos porque los Magos, por naturaleza, han tratado de ser bondadosos y, sobre todo, generosos, con el único fin de inundar de alegría hogares y corazones, de chicos y de grandes.

Recobrada la edad de la inocencia redacto una carta simple. Quiero lo que no tengo y ahí va mi petición, mi anhelo: Deseo vivir en un país menos áspero, más amable. Un país menos furibundo en lo político, en lo profesional, en lo personal. Un país más templado, más dialogante, más educado. Un país donde muchos políticos no ejerzan de matones de discoteca y muchas políticas no hagan de los hombres una caseta del pim-pam-pum. Un País donde se destierre la semilla del odio y brote la flor de la concordia, donde no se grite y se escuche, donde se piense y se razone. Un país más acogedor y cálido del que ahora mismo tenemos.

Me consta que mi carta nunca llegará a los buzones de Oriente. Que se perderá irremediablemente en las arenas del desierto. Pero imbuido del sentido de la inocencia quiero pensar si no en los Magos en que sí es posible, todavía, el sueño de un país mejor, más reconfortante. Por soñar que no quede.